Que silencio carcome mi piel
lacera el alma dormida en anaquel de invierno
las hojas son ángeles que deambulan en el desierto adormecedor
en un shailon devorándome
meciendo la impotencia del invierno adulador
calentándome de mis sueños castrados
lacerados
te invito diosa de la muerte a cobijarte entre mis colmillos desgastados
del tedio y de la fortuna
de haber parido a un imperfecto ser de ambivalente mirada azul
hoy navego
si
amante de la sinrazón
rumbo a tus mares de inhóspitos amaneceres
impertérrito ante tu grandiosidad
mi bello sol de madrugada limeña
tierna luz diáfana que asoma agazapada del alba edulcorante
abrázame mi tierna amante que desollado acudo a ti
con la efímera esperanza de alumbrar con esta incruenta soledad
el renacer diario de la vida de una amalgamada doncella
rumbo al esperado encuentro con el dulce amor primaveral...
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