domingo, 26 de mayo de 2013
Vestigios de un acicalado jovenzuelo
Debí haberme comido su corazón
para poder ser fuerte
valiente aún cuando esas larvas laceraban su piel
debí haberme tragado su sangre para convertirme en un animal
para ser puro, transparente y prístino
como el agua del manantial de sus llantos matutinos
que será de mi vida si el alma abandonó mi cuerpo
irrespetuosamente
presurosamente
quizás su hocico acicalado
eleva los ronquidos en estas noches repletas de recuerdos
nobles imágenes de un mundo perdido
en la cobija de un jovenzuelo que siempre jugó con la vida...
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