Es suave y lento el devenir de los recuerdos
La brisa marina embriago mi corazón acholado
Hablaba de cientos de miles de aves
Cuando súbitamente te paraste como leoparda en caza
Erguiste tu cuerpo flaco hendiste tus dientes en mi yugular
Y dejaste una pequeña huella
Un pequeño mensaje casi indescifrable
“Eres mi dulce amor perseguidor de fantasmas en el atardecer”
Y rasguñaste en mi cuerpo desposeído nuestra historia
Que nunca cicatrizará perpetuada en tu iridiscente y ambigua sonrisa…
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