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lunes, 1 de diciembre de 2014

El viaje



Y llegó el día en que tenían que partir, prácticamente ya estaba todo empacado; viajaban a una playa de moda al norte de Tumbes. Yo tenía el auto listo, afuera de la casa, mi padre nos comentó que deberíamos salir sigilosamente y no hacer mucho aspaviento, en esta época de inseguridad, los ladrones al acecho se encuentran, y lo que es peor, yo me quedaba solo en casa.

Sigilosamente, de puntillas, como la Pantera Rosa de caminar cansino, salí el primero de la tropa cargando un maletón casi mas alto que yo; a duras penas lo coloqué en la cajuela del auto, traté retirar, antes que mi padre se diera cuenta, los papeles y otras cosas almacenadas hace siglos y que mi viejo llamaba simplemente "basura", yo le decía mi "historia".

Bueno, ya estaban todos los maletines acomodados, las 03 chiquillas, mudas, sorprendentemente mudas bajo la presencia omnipresente de mi Viejo, se movilizaban robóticamente, sin chistar, cuando mi Viejo detectaba algún posible movimiento de sus labios, las acallaba simplemente con un gesto adusto, que rápidamente me hizo que reingresara a la casa para ver en que más ayudaba, alejándome del peligro.

La hora de partida de bus era las 9:00 pm, así nos dijo mi padre, eran cerca de las 8:45 pm y yo andaba paranoico, las apuraba con voz bajita; no se como se hace eso; era gracioso ver las siluetas de mayor y menor subiéndose silenciosamente al auto.

Partí raudo, cuando a 5 cuadras, alguien nos dejó atónitos; "se me quedó los boletos de viaje"; rápidamente comenté que ya en la agencia veríamos como solucionar tamaña desgracia; sin embargo, inesperadamente, con su voz tranquilizadora, mi padre me dijo que regrese, que no preocupara, traté de replicar, sin embargo me clavó su mirada de fuego y regresé a la casa por los benditos pasajes de viaje.

Cuando la chiquitina, la última, con su timbre de voz  agudo, me dijo, casi suplicándome, que también se había olvidado su linterna cargándola en el tomacorriente y que se la trajera inmediatamente.

Yo pensé, ¡la linterna!, pero que niña más precavida; así que le pregunté para que????? y me dijo rápidamente: "para leer mi libro en el bus"... la mire con la eterna ternura que mira un padre a su pequeña engreída.

Mi voz sonó como el tío irónico que siempre bromea con ella, "PERO SI TODAVÍA NO SABES LEER", sentencié, bajo el dulce rostro de la niña apesadumbrada que no paraba de pellizcarme y me decía que sí sabe leer, como por ejemplo: TITO.

Tito, mi padre y abuelo de las tres niñas, sonriendo dijo que el boleto de viaje era para las 10:00 p.m. Todos respiramos aliviados, baje el pie de acelerador y me dirigí muy cerca de las estrellas.

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