Translate

viernes, 22 de febrero de 2013

Muerte al amanecer



Es casi de inmediato que te pusiste a escribir, había un termino medio en el que podía esperar la noticia, sin embargo el grito de la vecina despercudió tu insomne pensamiento, y el único sonido que se escuchaba en la oficina era el de las teclas de tu computadora que aceleraban sus pulsaciones al compás de tu frenesí noticioso, habías descubierto la verdad, que tantas noches desveladas habían ocupado miles de horas de estudios y análisis, lejos están las discusiones en casa, con tu mujer que te increpaba con justa razón tus largas ausencias nocturnas, de cajón te preguntaba casi gritándote por la amante discreta; tu mohín dislocado combinaba con el gesto adusto que uno pone en ocasiones comprometedoras, le decías que eran cosas de trabajo y periodismo.

Pero ahí estabas tú, enorme como una estatua de Gandhi, magnánimo, con las pruebas regadas en tu escritorios de lo que siempre habías sospechado y perseguido, los músculos de tu rostro se pusieron rígidos, la luz de neón dejó ver tus ojos briosos como pelaje de corcel en fiesta de pueblo, tus dedos en rito rodeaban cada letra del abecedario con tanta deidad que casi estabas en un templo u oráculo de la verdad.

Se abrió lentamente la puerta principal, una brisa friolenta penetró por tu ventana de madera apolillada, te detuviste un momento, el foco de neón parpadeó hasta languidecer y sumergirse en la oscuridad, una polilla se alejo de él, con súbita desesperación, alcanzaste a verle sus ojos, descifraste o quizás pensaste que estabas descifrando el terror de su viaje hacia tierras lejanas; quizás solamente era el reflejo de tu rostro frente al espejo de tu irremediablemente muerte al amanecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario