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martes, 14 de julio de 2015

Parto natural




Andaba mi bella madre por la capital arqueológica de América, la ciudad incaica de Cuzco, tenia 7 meses de embarazo, su primer hijo había nacido de manera cesárea, así que una mañana en la que despertaba en brazos de su amado TiTo, le dijo, mi segundo hijo va a nacer de forma natural, nada de cesárea, quiero concebir como las mujeres de siempre. TiTo desde luego se asombró, se asustó, quiso persuadir a mi madre, pero ella era de aquellas mujeres que cuando toman una decisión no hay marcha atrás.

Llegó el esperado día, yo ya tenía de seguro 9 meses en el vientre de mi madre, un 29 de mayo en la mañana le empezaron las contracciones, ella impertérrita, impasible, tenía el semblante calmo y nívea de las bienaventuradas, pasaron las horas, se desvaneció lentamente el semblante dulce cuando los dolores cada vez se hicieron mas fuertes, terriblemente fuertes diría mas tarde mi madre, hasta que a las 6:35 pm nací, andaba saliendo del vientre materno y mi primera acción antes del llanto fue lanzar un chorrito de orina teledirigida al médico de turno, quizás para vengar a mi madre por esos dolores inigualables, el galeno sólo atinó a sonreír y darme la palmadita un tanto más vehemente en el rostro para que estallara en llanto y mis pulmones se agiten poderosamente.

Mi madre sentenció como buena trujillana, carajo que dolor, como pueden algunas mujeres tener tantos hijos, ni más, casi me arrepiento en medio del parto, hijo que dolor, y eso que pesé sólo 2 kilos 400 gramos.

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