martes, 30 de agosto de 2011
Inmisericorde circulo envolvente
Estoy en el limbo draconiano de la sinrazón, viviendo en el albur de un despertar con un sol esplendoroso o una bruma omnipresente, aquejado por las fuerzas ocultas de intereses que deambulan entre el poder inmisericorde de la opulencia, entre los felones que deambulan en mi camino inquiriendo sobre la panacea a sus debilidades. Ya el tedio tendió sus raíces en mi rutina, una y otra vez el círculo en el que me desenvuelvo se convierte en un círculo, cada vez más pequeño, que en mis sueños me martiriza y es insustituible. A veces conduzco raudamente frente a un hermoso paisaje adornando por el imponente mar, y sólo estoy pensando en el mail que envié pasada las doce.
Rondando mis pensamientos, averiguando lo que es innegable en mis noches de insomnio, tratando de armar el típico rompecabezas que se presenta cuando hay demasiadas hipótesis tejidas de fuentes anónimas o de fotos colgadas por algún burócrata en el Facebook, disfrazándome, ocultándome como cuando en las peleas con mi hermano me sumergía en mis sábanas en la lejana Piura, así, ahora me sumerjo en el lodazal de mi crepuscular existencia.
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