La
levedad de la irrealidad de un anochecer semioscuro
Capturado
por una tenue luz de una luna en su redondez embarazada
Que
se escabulle por el tragaluz de tu garganta
Es
el fragmento ignominioso de tu insensatez pagana
Acolito
amante del vino y del silencio
Has
esperado la eternidad de una vida diáfana
Plagada
de plegarias constantes e insistentes
Ahora
que el rayo de luz de un amanecer turbio
Aparece
insolente despejando tu inmadurez
Y
el pulido espejo de la pared evanescente
Desvanece
tu eternidad
Y
esperas incoherentemente que Dios exista
Para
contarle a tu mascota que nos volveremos a encontrar
En
el limbo draconiano del purgatorio infertil